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El
apóstol de la caridad
El mismo Don Orione expresó en una de sus
cartas: “Muchas veces he sentido a Jesucristo cerca de mí,
muchas veces he visto a Jesús en los más rechazados
y más infelices. Esta obra es tan querida por el Señor
que parecería la Obra de su Corazón; ella vive en
el nombre, en el espíritu y en la Fe de la Divina Providencia:
el Señor no me ha mandado a los ricos, sino a los pobres
y a los más pobres y al pueblo”.
En nuestro Fundador el acercamiento al pobre no es el fruto de una
compasión sólo humana, sino la causa y efecto de una
experiencia espiritual profunda. La experiencia mística de
Don Orione constituye un don, una invitación y un compromiso:
conocer el amor de Dios, de Jesucristo hacia nosotros y dejarse
conducir por el Espíritu en la lógica del amor.
Don Orione quiso renovar todo en la caridad, con los ojos abiertos
sobre las realidades, las miserias de los hermanos y sobre la misión
confiada a él por Dios. Nos invita a mirar la realidad para
transformarla con la caridad, vivir la verdad y la justicia en la
caridad, haciendo de modo «que las letras, la ciencia, la
virtud... vuelvan a parecer aquellas indisolubles hermanas que demasiados
se empeñan tontamente en separar.
De este modo la caridad se realiza no como paliativo asistencial,
sino como promoción de justicia, de dignidad humana y de
salvación integral del hombre y de la sociedad.
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