En junio de 1937 Don Orione realizó el llamado “viaje del adiós” para visitar a las comunidades de Chaco, Itatí y Rosario, donde sus religiosos "trabajan con tanto ardor y sacrificio, en el vasto campo de la fe y de la caridad, pequeños y humildes a los pies de los Obispos y de la Santa Iglesia”.

Tras su regreso a la Argentina en octubre de 1934, Don Orione comenzó a abrigar el sueño de abrir el Pequeño Cottolengo Argentino. La primera filial se abrió en Avellaneda, por entonces una difícil barriada en la periferia porteña.

El 29 de agosto de 2000 no fue un día más para la familia de Don Orione de Argentina. Desde hacía más de 10 años todas las comunidades orioninas presentes en nuestro país deseaban poder reencontrarse con el amado corazón del Padre Fundador. Y por fin iban a concretar su sueño.

“¡Don Orione ya es santo!”

En el frío amanecer del 16 de mayo (de 2004) la frase se repite miles y miles de veces. En cada comunidad orionita; en los hogares frente a los televisores; en sitios remotos a través de Internet...

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