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¡Ave María y adelante!

 

La Familia Carismática se apronta para celebrar el centenario de la llegada de Don Orione a Argentina y Uruguay en el año 2021. En este camino, es providencial un Año Mariano Nacional que nos prepara al centenario, con María siempre “primeriando” a Don Orione, como diría el Papa Francisco.

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Por Prof. Fernanda Coronel, Grupo de Estudios Orionitas (GEO)
Cuarta entrega

 

Ave Maria y adelante

 

Seguro que cuando Don Orione preparó sus pocas pertenencias para subir al barco que lo traería a América Latina, preparó sobre todo su corazón misionero. Y como hijo fiel de la Virgen María, a los pies de la Madre de Dios encomendó su partida.

Todos sus comienzos, decisiones e iniciativas las hacía bajo su amparo y guía. Por eso el “¡Ave María y adelante!” para Él y para nosotros es la oración, ayer y hoy, con la que celebramos nuestra identidad como familia dentro de la Iglesia. ¡Tantas veces repetimos los orionitas esta oración! Porque no es solo una frase, una manera de despedirnos o un eslógan. Para los orionitas “¡Ave María y adelante!” es la oración más alegre que aprendimos a rezar de la mano de Don Orione. Al “¡Ave María y adelante!” los orionitas lo decimos, lo gritamos, lo vivimos, lo sentimos, lo anhelamos, lo prometemos, lo esperamos. Vivimos con un ave María en los labios y en el corazón.
Adelante

Luis Orione tomó esta frase del P. Ludovico de Casoria , pero seguramente que el ave María y adelante en su vida nació mucho antes. Tal vez viene de cuando siendo un niño se escapó de su casa corriendo para ir a una gruta abandonada y asombrado por la soledad de la Madre, se arrodilló y le confió su sueño de ser sacerdote y le prometió reconstruir su gruta. Cuando se puso de pie se marchó con el ave María y adelante en el corazón.
Seguro que luego lo sintió en su alma y en sus sueños cuando un 8 de diciembre de 1886, fiesta de la Inmaculada Concepción, con 14 años, consagró a María Santísima su castidad.
Tal vez Don Orione no decía esta frase completa. Él decía la primera parte “ave María….” y Ella le contestaba como toda Madre conmovida de amor por su hijo… “¡Adelante!”. Adelante mi niño, yo siempre te cuidaré. Adelante hijo, siempre estaré a tu lado. Adelante, siempre te voy a amar.
María, en algunas ocasiones, a este “adelante” lo decía con palabras, con gestos, con sueños. Como el día en que cerraron el oratorio de aquel joven de 20 años que llorando fue a llamarla y decirle con el alma rota su ave María…. Y ella lo hizo dormir y le contó un sueño donde su manto azul se hacía gigante y curaba su alma y la de miles con su ternura. Se despertó ese hijo colmado de amor, de consuelo, de esperanza y escuchó el “adelante”… que nunca olvidaría.
Otras veces lo dicen juntos, como cuando una mamá canta con su hijo. Y a ese canto de alegría y confianza infinita se suman miles de corazones que aprenden a amar y confiar. Por eso el ave María suena tan fuerte en cada casa orionita y en el mundo entero. Porque es la “canción” de nuestra familia.

Desde lejos hasta hoy

Los alumnos del primer colegio fundado por Luis Orione en 1893 recuerdan con mucho cariño un gesto que aprendieron de él, que a su vez lo aprendió de Don Bosco. Cuando necesitaban alguna gracia iban a la Virgen y le tiraban del manto, como hacen los niños con su mamá. Con esa pureza de corazón se dice el ave María. Con esa confianza y cercanía, llamamos a nuestra Madre y le regalamos esa oración.
Los jóvenes de aquel Colegio Santa Clara también cuentan que cada mañana Luis Orione los iba a despertar y rezaban juntos las tres Avemarías. Y así el ¡ave María y adelante! era el buen día cotidiano, que hacía tener la fortaleza y la alegría para vivir.
Tal vez por este testimonio diario de amor a María, cuando vieron la imagen de la Virgen de los Dolores que les donaron para el Colegio se estremecieron al advertir que tenía una espada traspasando su corazón. Y con amor orionita se dijeron “¿cómo es que tenemos una estatua de la Virgen con una espada en su corazón? No queremos que tenga una espada en el pecho. ¡Nunca más la Virgen esté entre nosotros llena de dolor!”. Y le sacaron la espada y la quemaron. Entonces Don Orione les dijo, conmovido como un padre orgulloso de sus hijos y con ternura y sabiduría maternal: “No es suficiente quemar la espada, no tienen que pecar más…”.
Luego le pusieron un corazón de plata que hasta hoy la Virgen lo tiene feliz en su pecho. Los orionitas podemos ir a tirar de su manto y decirle ave María y adelante. Corazón de plata que sigue brillando con las obras de amor de los miles y miles de jóvenes orionitas, que con sus vidas adornan de amor a la Madre que les enseñó a amar Don Orione.
Y qué decir de cuando la Virgen nos escucha rezar el Rosario: el cielo se llena de la más dulce oración. Esa melodía que la voz de los hijos le cantan con amor a su Madre. Cada Ave María hace sonreír a Mamá y hace crecer una flor en los jardines del corazón. Y el azul del cielo se enciende de estrellas por cada Ave María que rezamos por los demás, para que quien está en la oscuridad del dolor sienta la luz del amor de la Madre que nunca abandona.
“Sepan, mis queridos jóvenes, que cada vez que decimos un ‘Avemaría’, se enciende en el cielo una estrella y brilla en honor a la Virgen… estrellas que iluminarán nuestro camino al cielo.
Y que cada día y cada hora de nuestra vida y cada batalla del corazón estén señalados y sellados por nuestra plegaria: ¡Ave, María!...
¡Jóvenes, ave María siempre!
¡Ave María y adelante! ¡Ave María hasta llegar al cielo!”. 1

Para seguir caminando

El “Ave María y adelante”, entonces, es la manera de caminar cada día, con perseverancia, siempre avanzando, siempre con esperanza, un paso a la vez. Para los orionitas el amor a María no es una devoción ocasional, es nuestro oxígeno de cada día, porque de su mano llegamos a Jesús.
“Y nosotros vamos a Jesús por María. Los pastores buscaron a Jesús y lo encontraron en los brazos de María, los Magos vinieron desde regiones lejanas para buscar al Mesías y lo adoraron en los brazos de María. Y nosotros, hijos míos, nosotros, pobres pecadores, ¿dónde encontraremos nosotros ahora y siempre a Jesús? Lo reencontramos y lo adoraremos entre los brazos y en el corazón de María”. 2
El propio Don Orione nos explica el “¡Ave María y adelante!” en una de sus cartas:
“La Madre celestial, cuando nosotros estamos desalentados espiritualmente, cuando nos parece imposible continuar, nos acerca a su materno corazón, nos levanta la cabeza cansada con la mano izquierda y nos estrecha fuertemente con la mano derecha… cuando todo nos pesa, todo parece difícil, nos parece no poder continuar más, no nos sale bien nada bueno… estamos cansados hasta del bien, sabemos que es una tentación, pero sucede. Entonces la Madre de Dios y Madre nuestra, que nos tiene junto a ella, nos quiere acercar a ella para darnos ánimo: nos estrecha junto a su corazón, nos levanta el rostro y, mirándonos a los ojos, nos dice que no debemos desanimarnos. La Virgen nos dice: “No te fijes en ti mismo, sino mira hacia mí, estás conmigo, caminas conmigo, trabajas conmigo, no debes temer, debes caminar sin temor, sin tristezas; estoy yo contigo; debes solamente ir adelante… con confianza, porque Dios a nadie entristece; Él solo estimula y empuja hacia el bien, pero en la paz interior, en el arrepentimiento, si se ha sido débil en el bien, pero con confianza, no con tristeza. Considerémonos también nosotros como niños y pongámonos en los brazos de la Virgen, cada día, siempre, pero especialmente cuando nos parece que las cosas van mal… Pongámonos en el corazón de la Virgen en el lugar del niño Jesús, y digámosle que ahora debe sostenernos a nosotros como lo sostenía a él… Cuando la madre sostiene al hijo, él se siente seguro. Así también nosotros, con la Virgen al lado no tenemos ya motivo para temer y para angustiarnos. Con ella caminaremos seguros...”.3
Ahora es tiempo de decir con la vida entera el ¡ave María y adelante! En este Año Mariano Nacional, María nos acompaña para celebrar el centenario de la llegada de Don Orione a nuestras tierras. Por eso no dejemos de invocar a María, de llamar a Mamá, de dejarnos abrazar por Ella. Y en los días de sol y de sonrisas, en los días de frío y lágrimas, entre tus amigos y familia, entre los que no te quieran, entre los más frágiles y vulnerables, siempre, siempre digamos con toda el alma, llenos de confianza, como solo un orionita sabe decirlo: “¡Ave María y adelante!”.

 

1- Escrito dirigido a los jóvenes alumnos de los Institutos de la Obra, mayo de 1923, “La Leyenda de Fray ave María”, en: Don Orione, Un Profeta de nuestro tiempo, Buenos Aires, San Pablo, 1998, 65-66.

2- Carta desde el Santuario de Itatí, Corrientes, Argentina, 27 de junio de 1937, “La gran Madre que nunca muere”, en: Don Orione, Un Profeta de nuestro tiempo, Buenos Aires, San Pablo, 1998, 121-122.

3- Carta “El abrazo de María”, en: Luis Orione, Acción y Contemplación, Madrid, Ciudad Nueva, 1989, 95-96.

Ave Maria y adelante 2

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