Lo mirarán a él, nos mirarán a nosotros
Fragmentos de la carta del entonces Superior General de los Hijos de la Divina Providencia, don Roberto Simionato, en ocasión del anuncio de la canonozación de Don Orione.
Roma, 7 de julio de 2003
Queridos hermanos y hermanas:
Vengo a anunciar la noticia esperada por muchos años. El Santo Padre Juan Pablo II promulgó el decreto que reconoce un milagro atribuido a la intercesión de Don Orione, abriendo así el camino para la próxima canonización.
¡Don Orione será reconocido como un santo! ¿Y ahora? La conclusión es fácil: ¡debemos prepararnos! En la Plaza de San Pedro, todos estarán encantados de ver la cara sonriente y cautivadora de Don Orione; pero luego, ¡mirarán hacia nosotros! Probablemente querrán descubrir los reflejos de su fisonomía en todos los que lo seguimos como "padre" y "modelo". Es su derecho encontrarlo en nosotros.
La Pequeña Obra de la Divina Providencia, con todas sus ramas, es hoy su extensión y su proyección. Es la encarnación de su espíritu y su carisma, que continúa viviendo y operando en el mundo. Todos los santos dejan un legado que perpetúa su presencia e influencia. En los Fundadores, este rastro de luz es aún más evidente debido a sus discípulos y continuadores.
Pero, ¿qué debemos hacer? ¿Qué consecuencias trae para nuestra vida como religiosos o laicos? Para cada uno de nosotros el compromiso de prepararnos y mirarnos en el espejo; para hacer la cara de nuestras comunidades e instituciones más bella y digna. Don Orione continúa hablando a través de nuestra vida y nuestras obras.
Debemos ser santos también nosotros. Don Orione nos repite: "Necesito hijos santos". ¡Cuán falso y vacío suena el discurso sobre la santidad en los labios de aquellos que ahora se han resignado a volar bajo, de aquellos que solo se buscan a sí mismos! ¡Cuánto arde el corazón cuando escuchamos a los santos, como Don Orione, buscando "solo Dios"! Déjame soñar con una Familia Orionita que reanude el camino de la santidad. No hablo de cosas extraordinarias. Hablo de la santidad diaria, como trabajadores de la Divina Providencia, hablo de "espíritus activos y contemplativos".
Entonces será necesario trabajar para asegurar que ese soplo de caridad, de Providencia, de eclesialidad, ese amor tierno y fuerte por Cristo, la Virgen y el Papa, que trajo Don Orione a la tierra, no se agote unos meses después de la celebración, sino que continúe, dé fruto y alcance los confines de la tierra. ¡Cuántas más personas, los pobres y los que sufren, necesitan sentir que nuestro Padre está en el cielo pero también a su lado para consolarlos!
Ave María y adelante!