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21 de junio, San Luis Gonzaga

san luis gonzaga

 

(21/06/2017) El 21 de junio la familia orionita conmemora a San Luis Gonzaga, figura fundante en la vida de San Luis Orione. Recordamos el día en que sacerdotes, seminaristas y aspirantes de Domínico viajaron junto a Don Orione a Luján para celebrar al santo.

Para dar el valor que corresponde a este hecho, debemos recordar que en aquel tiempo en Italia, el día del onomástico era considerado más importante que el cumpleaños, y de hecho en la vida de San Luis Orione y de la Congregación siempre se celebraba este día.

Se puede ver la revista “La Piccola Opera de la Divina Providencia” de los últimos años, donde siempre había un saludo dirigido al Fundador con motivo de su onomástico. Junto a esto recordemos el primer oratorio festivo que fue llamado “San Luis”; digno de recordar también es la famosa competencia, con su compañero de seminario, después Jesuita y biblista Alberto Vaccari, realizada en el día de San Luis y firmada con sangre de quién seria más Santo. Era una especie de consagración.

En 1935, para el Día de San Luis Gonzaga, Don Orione fue a Luján por séptima vez, junto a sacerdotes, seminaristas y aspirantes de la casa de Lanús (Hoy Villa Dominico) y celebró la Santa Misa en el altar de San Luis.

Ese día hubo cantos, confesiones, misa en el altar lateral de S. Luis Gonzaga, visita al museo, desayuno y hasta una foto grupal. Sobre aquel día, se conserva el testimonio de un clérigo:

“Lanús, 21 de junio de 1935: Ésta vez el Sr. Director P. Orione fue propio todo nuestro. Lo esperaban en Victoria donde habían preparado una academia por el día de su onomástico y en cambio, él decidió no ir, pero no hay mal que por bien no venga. Él que nos había prometido varias veces de llevarnos a Luján, no encontró mejor día que este. ¡Qué lindo día de San Luis! Pasados a los pies de la Virgen, en compañía de San Luis, en compañía del amado padre!

Partimos de Lanús a las seis, con el camión del Cottolengo Argentino, bendecido por el señor Nuncio, el 11 de junio (1935). El día era lindo, pero el termómetro marcaba bajo cero, por lo cual debimos recurrir al método tradicional. Don Orione nos hizo abrigar bien; teníamos unas mantas militares, que a algunos les parecía algo extraño, pero que ellos mismos luego de un buen trayecto, decían: ¡Menos mal que tenemos las mantas! En fin el viaje fue divertido, no todas las calles son asfaltadas. Aquella llanura ilimitada, las tierras sin cultivar, hacían un verdadero contraste con él recuerdo de nuestros lugares. Subió con nosotros también nuestro director de noviciado, que dio a aquello que nosotros llamábamos paseo el aspecto de una santa peregrinación.

Todo el trayecto, de Lanús a Luján, que dista 80 km fue un alternar de rezos y cantos: Recitamos el rosario y las letanías y luego, una cosa detrás del otro, llegamos a Luján rezando. Eran las 9 y media, nos confesamos y, a las 10 y medio, don Orione empezó la Sta. Misa al altar de San Luis; le hicimos corona respondiendo a la gloria, al credo, como se hace en Italia, recibimos la santa comunión que ofreció en honor de San Luis, para el padre de las nuestras almas. Cuando terminamos nos fuimos a tomar el desayuno, si se puede así decir.

A las once fuimos a visitar el museo, uno de los más importantes de la república. Cuando salimos nos dispusimos para una foto de grupo. El padre Orione, en aquel día, todo un caballero, se puso en medio a nosotros; ¡Cosa que no pasa demasiado frecuente! Antes de alejarnos del Santuario, Don Orione nos llevo delante de San Luis y a los pies de la Virgen Santísima; rezamos por los benefactores, por nuestros superiores y todos nuestros cohermanos. Por último rezamos el ‘memorare’ de San Bernardo.

¡Qué lindas horas en la casa de la Virgen! Estábamos cerca de nuestro amado Padre Don Orione y sentíamos en nuestras almas las gracias del señor. Permanecerá inolvidable este día y será un punto luminoso en la historia de esta casa de Lanús y una bendición para nosotros. Volvimos a casa, había un viento frío. Todavía las últimas horas de aquel día inolvidable las pasamos junto a nuestro padre que, antes de ir al puerto a recibir los misioneros y las misioneras llegaban de Italia, nos impartió la bendición eucarística”.

Informe: P. Facundo Mela

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