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"¡Y ahora a trabajar! - ¡incipit vita nova!"

Y ahora a trabajar

 

(02/01/2021) Hace cien años, en la Navidad de 1920, Don Orione hizo un balance del año recién vivido y manifestó sus intenciones de santidad y caridad para él y para la Pequeña Obra que nos ayudan, hoy, a entrar en el nuevo año 2021 con un espíritu renovado.

El año 1920 fue extraordinario para nuestro Padre Fundador. "No encuentro suficientes expresiones ‒escribe Don Orione‒ para agradecer, como me gustaría, a tantas personas dignas de reconocimiento que, en este año jubilar de mi sacerdocio, con un impulso de alta y divina caridad, quisieron reunirse en torno a la Pequeña Obra de la Divina Providencia para mostrarle su cariño, para darle un nuevo impulso y un campo de trabajo más amplio ".

Su 25 aniversario de sacerdocio, festejado el 13 de abril de 1920, fue una celebración muy importante que constituyó para él el principal acontecimiento del año, que recordará a finales de ese año en una carta dirigida a "Todos los beneméritos de la Pequeña Obra de la Divina Providencia y mis queridos benefactores”, cuyas primeras palabras reproducimos en el párrafo anterior. Este recuerdo, sin embargo, no fue una manifestación de ostentación y orgullo personal, al contrario, lo transforma en una oportunidad para promover la Pequeña Obra y no a él mismo. Y no podía ser de otra manera, considerando también la forma en que celebró ese jubileo.

“Te cuento cómo lo pasé”, en el cuidado y atención al joven clérigo Basilio Viano, quien se encontraba en cama con fiebre muy alta, en los que serían sus últimos días de vida. "Así que mientras los demás almorzaban, lo lavé y lo limpié con agua tibia, haciendo, con nuestro querido Viano, esos quehaceres humildes, sí, pero santos, que hace una madre con sus hijos". Y continúa la historia de las “celebraciones”: “Miré al clérigo Camillo en ese momento, y vi que lloraba. Estábamos encerrados en la enfermería, para que nadie entrara y afuera me golpeaban insistentemente para que bajara a almorzar; pero pensé que era mucho mejor hacer, con el amor de Dios y humildad, esa obra santa y verdaderamente de Dios; y me dije: '¡Oh, mucho mejor esto que todos los sermones que he hecho!' Ahora veo que Jesús me ama de verdad, si me da la oportunidad de purificar mi vida y así santificar este 25 aniversario de mi sacerdocio. Y sentí que nunca había servido más sublime o más santamente a Dios en mi prójimo como en ese momento, mucho más grande que todas las obras realizadas en los 25 años de ministerio sacerdotal. ¡Y Deo gratias! ¡Y Deo gratias!".

En la carta a los benefactores, a finales de 1920, se hace presente el mismo dinamismo de la caridad. Incluso el recuerdo es una oportunidad para que Don Orione se exprese con propósitos personales de caridad ("Estoy profundamente agradecido con todos... y, mientras Dios me dé la vida, y luego también en el Cielo, quiero recordar su gran caridad con el corazón") y con un compromiso carismático ("Aún movido por un plebiscito de bondad tan espontáneo y generalizado... [me comprometo] a promover en Tortona un Instituto de educación e instrucción cristiana y civil...").

El año 2020 fue extraordinario para nosotros. De la misma manera que sucedió con Don Orione hace cien años, planificamos la fiesta y tuvimos que realizar la caridad.

Habíamos centrado la planificación de la Congregación para el año que pasó en torno al recuerdo del 125 aniversario de la ordenación sacerdotal de Don Orione. Para el 13 de abril, lunes de Pascua, teníamos prevista la celebración de la Santa Misa presidida por Mons. Giovanni d'Ercole en la capilla del Episcopio, donde Don Orione fue ordenado sacerdote, seguida de un almuerzo solemne en el histórico refectorio del Paterno. Y también previmos que, siendo la capilla del Episcopo muy pequeña, solo un pequeño número de personas podría participar para representar a todos los miembros de la Familia Orionita. Por ello, para julio se programó una celebración más grande y solemne con la realización de la Jornada Mundial de la Juventud, Tortona 2020.

La Divina Providencia nos ha pedido, sin embargo, que celebremos con caridad el jubileo sacerdotal de Don Orione, en respuesta a la emergencia sanitaria que ha golpeado al mundo entero y que ha afectado, en particular, al menos en su fase inicial, precisamente a la ciudad de Tortona y el norte de Italia. Me doy cuenta de que hemos vivido los mismos dinamismos de caridad que Don Orione había decidido plasmar en realidad en la conmemoración de su 25 aniversario de sacerdocio.

En todo el mundo orionita, en 2020 con más intensidad que en otros años, se utilizó la creatividad y la imaginación de la caridad para escuchar, con sacrificio y generosidad, "el grito angustiado de tantos hermanos nuestros que sufren" a causa de pandemia. La Congregación ha puesto en marcha una hermenéutica práctica y carismática, intentando dar respuesta a una pregunta crucial: "¿Qué habría hecho Don Orione en esta situación?"

En una Circular dirigida a toda la Congregación intenté poner en evidencia la inspiración y el ejemplo que nos viene de nuestro Padre: "Los orionitas, ¿qué aportamos en esta situación de emergencia?"

Ahora, en este mensaje de inicio del nuevo año, cuando hablamos de la pospandemia, aunque de manera todavía vacilante, el compromiso de ser hoy Don Orione debe renovarse, como sea. Es importante transmitir el mensaje de que "solo la vacuna de la caridad puede salvar al mundo". El gobierno y los laboratorios pueden brindar un antídoto a esta pandemia, pero somos nosotros los que debemos vacunar a las personas de un virus que les impide reconocer la primacía de Dios y ver al otro como un hermano. Es importante no permanecer encerrados en una emocionalidad estéril y una pasividad justificada por decretos gubernamentales. Don Orione nos invita a la compasión activa: "Cuidar la salud, pero trabajar siempre, con celo, con ardor por la causa de Dios, de la Iglesia, de las almas". ¿Quién no ve la imagen de Don Orione que, con un niño al hombro, camina entre los escombros del terremoto? Debemos imitarlo con caridad.

Para el nuevo año 2021, él mismo nos anima: ¡Y ahora a trabajar! - ¡incipit vita nova! Y hagamos nuestra su oración para pedirle al Señor que “me dé la gracia de comenzar una nueva vida, que sea enteramente de amor a Dios y de las almas, amor dulcísimo y holocausto pleno y perenne a la Iglesia, a los pequeños, a los pobres. ¡Que Dios haga toda mi vida y la de mis queridos hermanos de fe un himno de gratitud! ¡Que la gran melodía de la Providencia se expanda y difunda y esparza la luz y el fuego del amor de Jesucristo por toda la tierra! ¡Que la mirada materna de nuestra Santísima Virgen descanse suavemente sobre nosotros y sobre todos los bienhechores que han querido darnos, especialmente este año, tan gran ayuda, tan inefable consuelo, haciéndose hábiles instrumentos de la Divina Providencia y de la caridad del Señor!".

Con los deseos de Feliz Año Nuevo de todo el Consejo General y de los miembros de la Comunidad de la Curia General.

P. Tarcisio Vieira
Superior General
Hijos de la Divina Providencia

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