Pequeño Mundo, el primer oratorio en Argentina
(13/05/2022) Don Orione inició su congregación con un oratorio. En Argentina, el primer oratorio cumple 61 años: es el Pequeño Mundo de Mar del Plata. Esa semilla dio muchísimos frutos y hoy los oratorios y grupos juveniles se multiplican en todas las comunidades orionitas.
Por Carlos "Quitito" Blanco - Veterano del Pequeño Mundo
¡¡¡Quién se iba a imaginar este presente, cuando el P. Pablo Marinacci, en 1960, llega a la parroquia San José, de Mar del Plata, desde el Uruguay... Ha pasado tanto tiempo!!!
Su mente estaba enfocada en el trabajo con la niñez y la juventud, una pasión que abrazó desde siempre. Con una dedicación hecha presencia sacerdotal sin condicionamientos. Cuando se instala en Mar del Plata, se encuentra con un centro de Jóvenes de Acción Católica que venía funcionando desde 1945. Pensó que eran una eficaz herramienta para la aventura que estaba “tramando apostólicamente”.
Celebración del primer aniversario del Pequeño Mundo
Cabeza, corazón y oración
Rápidamente el P. Pablo fue pergeñando la idea en su cabeza y sin muchas vueltas puso manos a la obra. Entonces surgió, no por casualidad, sino fruto de su oración y creatividad, la decisión de fundar una “familia juvenil”, bajo la dirección de esos jóvenes, que al ser de la Acción Católica traían toda la impronta organizativa que esta institución, querida por la Iglesia, tiene como uno de sus pilares fundacionales. Que aspirantes, que prejuveniles, que mayores, que la comisión directiva, y además todos los valores espirituales y formativos que esta muchachada venía viviendo.
Así nació el 13 de mayo de 1961 el “Centro Juvenil Católico Pequeño Mundo”, como a él le gustaba llamarlo. Pero ¿por qué este nombre? El querido cura Pablo decía que cada pibe es un “pequeño mundo”, su vida, su realidad, la familia que tienen, su condición social, sus amigos. Todos mundos distintos que se hacen “uno” en el juego compartido. Y fue a los pies de Nuestra Señora de Fátima, a quien el P. Pablo puso como Patrona. Ella es la que suaviza el andar de la barca que conduce su Hijo y que ‒desde aquel momento‒ se metió “mar adentro” buscando a los niños, adolescentes y jóvenes para acercarlos a Jesús, "camino, verdad y vida"; al amor a la Eucaristía, a la Virgen, a la Iglesia y al Papa.
Al P. Pablo le preocupaba y se ocupaba de formar “una juventud mejor por un mundo mejor”. Este fue y es el lema de vida que tiene el Peque como norte de su existencia. Estaba convencido de que los pibes que conocen a Jesús y lo aman son capaces de cosas grandes. Por eso nos inculcaba el rezo diario del rosario, la misa y la comunión frecuente. La cercanía al altar en el servicio de la liturgia. Los retiros espirituales, los momentos de oración y meditación frente al Santísimo, la dirección espiritual y todos los medios de encuentro personal con Jesús, aquel a quien hemos de conocer a fondo para enamorarnos de Él y que nos va a llevar inevitablemente a un compromiso misionero en cada ambiente: la familia, el barrio, los amigos, los vecinos, los compañeros de estudio o trabajo. En aquel lugar donde estemos debe ser Jesús el que está.
La semilla se esparce
El Pequeño Mundo acaba de cumplir sus primeros 60 años de vida y en su rica historia encontramos la realidad de muchas vocaciones sacerdotales; matrimonios cristianos que se han formado abrazando los valores del evangelio; trabajadores y profesionales comprometidos en sus respectivos ambientes y actualmente hasta un grupo de Veteranos que se han reencontrado ‒hace ya más de 10 años‒ para hacer presente su participación con la realidad que la vida les marca en estos tiempos.
Por otro lado, existe una actualidad que lo tiene al Pequeño Mundo con un presente lleno de niños, adolescentes y jóvenes que viven los mismos valores que el P. Pablo nos inculcara en aquellos comienzos. Los años pueden pasar, pero las vivencias profundas que se han marcado ‒y aún se marcan‒ siguen siendo las mismas.
Quinto aniversario del Pequeño Mundo, 15/5/1966
Cuenta con una organización (la de sus comienzos) que hace más eficaz su trabajo apostólico y misionero, que le permite prestar atención y acompañar los intereses que los pibes tienen de acuerdo a su edad. Además, para la conducción existe una comisión directiva, con un presidente que es elegido cada tres años, con un vicepresidente que acompaña en la tarea de conducción. También integran esta comisión un secretario, un tesorero y los delegados de cada una de las secciones. El trabajo de los dirigentes es muy importante, ya que en las reuniones de comisión directiva se tratan temas que hacen a la formación y a la espiritualidad de los chicos.
El asesor es el alma del Centro Juvenil, es el que conduce la espiritualidad del grupo, marcando el camino de comunión con la Iglesia y una obediencia incondicional al Papa y al Obispo. Su palabra y la reflexión que propone profundiza la vida interior de los dirigentes.
Las actividades que llevan a cabo los dirigentes con los chicos son muy variadas y van desde una sala de juegos con metegoles, billargol y ping pong que los convoca diariamente después de la escuela, hasta la organización de campeonatos de fútbol, carrera de carritos a rulemanes, campamentos formativos y de recreación, reuniones semanales de cada sección, actividades solidarias y misionera. Todo aquello que uno pueda imaginar y que sea un medio de convocatoria y una herramienta válida para atraer a los pibes.
Pero, además, existe en la historia del Pequeño Mundo el evento que trasciende su vida parroquial, para ser uno de los más convocantes y el más antiguo que tiene la ciudad en sus calles: la “Caravana de la Primavera”, que se viene realizando desde el mismo año de la fundación del Peque, cuando el querido cura Pablo y algunos chicos y jóvenes salieron a pedalear para recibir la llegada de la estación de las flores.
La caravana es una indiscutible herramienta evangelizadora, ya que transmite valores de vida que se hacen reflexión alegre durante todo el trayecto. Vamos todos juntos porque no es una carrera, ya que lo más importante es llegar todos. Lo hacemos en familia, donde los más pequeños son acompañados por los adultos y viceversa. Igual que en la vida, nos encontramos con un camino que por momentos es llano y en otros con subidas y bajadas que hacen más dificultoso el andar.
Luego de aquella piedra angular que dio origen al Peque, en nuestro país, se fueron multiplicando las experiencias de otros, con la impronta propia de cada comunidad orionita. Así, como decíamos al principio, quién se iba a imaginar este presente cuando el P. Pablo Marinacci “puso primera y arrancó”. Por eso, a los pies de María de Fátima ponemos nuestra oración, pidiéndole a Jesús que sea eficaz el apostolado del Pequeño Mundo y de cada uno de los grupos juveniles y oratorios orionitas.
Señor, que el Peque siga siendo instrumento en tus manos en este camino al Centenario y más allá. Amén.
Caravana del año 1965, cerca del Alfar
FOTOS: Archivo Pequeño Mundo Mar del Plata.