Día del Corazón Orionita
Hace más de dos décadas, en un 29 de agosto que sería para siempre recordado, algo mágico y profundamente emotivo aconteció en la Familia Orionita de Argentina. En ese día, la concreción de un anhelo marcó un capítulo extraordinario en su historia: la llegada definitiva de la reliquia del corazón del Apóstol de la Caridad, Don Orione.
El viaje de la reliquia desde Roma hasta el Pequeño Cottolengo de Claypole, que había comenzado hace más de 20 años, estaba llegando a su culminación. La anticipación se sentía en el aire, como un latido colectivo de corazones que palpitaban al unísono.
Finalmente, llegó el gran día. La ansiedad y la emoción se entrelazaban en cada rincón. Era un momento que resonaría en las almas de todos los presentes. La voluntad de contribuir a que este evento, el recibimiento del corazón de Don Orione, fuera un hito inolvidable, se percibía en cada gesto.
Cuando el corazón de Don Orione entró en la sala, un impacto profundo recorrió el ambiente. Incluso los periodistas, que habían llegado para cubrir este momento histórico en detalle, quedaron en silencio. Una calma espiritual envolvió el lugar, como si la presencia de Don Orione llenara cada espacio.
La gente provenía de todos los rincones: Tucumán, Córdoba, Mendoza, Santa Fe, Corrientes, Chaco, Mar del Plata, la Capital Federal y países vecinos como Chile, Uruguay y Paraguay. Entre risas y abrazos, el mate, infaltable compañero de charlas, circulaba.
Una multitud siguió el recorrido del relicario desde la entrada principal del Cottolengo. En el camino, los saludos se expresaban con manos extendidas, oraciones susurradas y lágrimas que caían en un constante ritmo emocional. La emoción irradiaba tanta luz como la alegría que se desbordaba.
Con paso pausado, una columna de peregrinos acompañó los primeros pasos del corazón de Don Orione por las calles de su querido Cottolengo de Claypole. Cada hogar detenía el relicario, y los internos asistidos, desde sus sillas de ruedas, saludaban en grupo, abrazados, sus rostros llenos de felicidad. Ahí estaban, los hijos preferidos de Don Orione, reunidos ante aquel a quien amaron y aman profundamente.
A lo largo de cien años, numerosas personas han contribuido a escribir la historia de la Familia Orionita en Argentina, marcando su presencia, sus oraciones y su colaboración en este viaje de fe y servicio. Cada página de esta historia cobra vida en cada sonrisa, en cada gesto de amor y en la continuidad de un legado que se mantiene vivo y vibrante.