110 años de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad

(30/06/2025) Este domingo 29 de junio se celebró en Tortona – Italia, el 110º aniversario de la fundación de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad en la Casa Madre de las Hermanas Orionitas, con una concelebración presidida por el Director General, P. Tarcisio Vieira, a la que asistieron la Madre General, M. Alicja; la Superiora Provincial, M. Mabel Spagnuolo; las Hermanas Orionitas, junto con los amigos y benefactores de la Congregación.

La Congregación religiosa de las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad fue fundada el 29 de junio de 1915 por San Luis Orione, quien las llamó «Misioneras de la Caridad para que las personas experimenten la Providencia de Dios y la maternidad de la Iglesia», siendo este el corazón de su carisma.

Fue el propio Don Orione quien supervisó su formación, brindándoles una precisa dirección espiritual y apostólica. La misión de la Congregación es el ejercicio de la caridad al prójimo, respondiendo con amor a las necesidades de los pobres, los abandonados y los excluidos, con corazón de madres y hermanas. Están llamadas a ser evangelizadoras en el mundo, a difundir el Evangelio y a unir a los pequeños, los pobres y las personas a la Iglesia. Sus herramientas, además del amor, son la educación, el apoyo, la promoción humana, la enseñanza y la apertura a todos aquellos que se encuentran en dificultad.

El 29 de junio de 2025, las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad celebraron su 110º aniversario. «Un aniversario significativo para agradecer a Dios que, a través de San Luis Orione, dio a la Iglesia la Pequeña Obra de la Divina Providencia en la que nacimos, para llevar a cabo nuestra misión específica como mujeres consagradas», afirma la Superiora General, Madre M. Alicja Kędziora, en la carta enviada a sus hermanas. Recordando el difícil período histórico en el que se fundó la Congregación, la Madre M. Alicja recuerda las palabras de Don Orione, quien escribió a sus hermanas: «La mano de la Divina Providencia os ha reunido a todas en esta naciente y pequeña Congregación, y parece que lo ha hecho con el designio manifiesto de que, anonadadas en su Corazón y en las manos de la Santa Iglesia de Roma, inflamadas todas por la caridad de Jesús Crucificado, vayáis a reavivar en las almas y los pueblos el amor a Dios y a los hombres» (Escritos, 65,248). Hemos respondido a este sublime llamado y hoy continuamos difundiendo caridad en cuatro continentes —continúa la Madre General—. Nos encontramos en un escenario mundial de gran preocupación. La crisis antropológica que afecta a todo ser humano y a toda institución nos hace comprender la insostenibilidad de la antigua forma de humanidad. Somos conscientes de que a menudo también formamos parte de ella. Experimentamos lo que el Papa Francisco escribió en la encíclica «Dilexit nos»: «El amor al prójimo no se fabrica, no es el resultado de nuestro esfuerzo natural, sino que requiere una transformación de nuestro corazón egoísta» (168), y por eso rezamos con frecuencia: «Jesús, haz nuestro corazón semejante al tuyo», abriéndolo al cuidado y al tierno amor de Dios que nos envuelve y nos restaura para ser personas de «paz desarmada y desarmante» (León XIV). ¡Aquí comienza nuestra nueva humanidad! Nuestra misión, dondequiera que estemos, es esta: «Vivir a Cristo y hacer que el mundo entero viva a Cristo» (Don Orione). Esto requiere que dejemos de vivirnos a nosotros mismos, como antes, y que dejemos que Cristo viva en nosotros. Esta es la gran revolución que el mundo necesita, y la vida consagrada está llamada a este testimonio profético.

Don Orione creía firmemente en esta renovación cuando escribió: «Se abre una nueva era: una era de fe, justicia y amor a la humanidad en los brazos maternales de la Santa Iglesia de Cristo, una y verdadera. (…) y la humanidad, renovada en Cristo, esperará la señal divina para un nuevo camino» (Escritos, 114, 262). «Este es el mensaje de esperanza en este Año Jubilar y 60 años después de la aprobación de la Congregación por la Iglesia —concluye la Madre M. Alicja—. Las Constituciones renovadas que recibiremos este año nos ayudarán a realizar cada vez mejor nuestra misión en la Iglesia para el bien de la humanidad. Que la Virgen María, nuestra celestial Fundadora, y San Luis Orione nos acompañen y protejan en este camino.

INFO: donorione.org

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