
(15/10/2025) Este sábado 11, el Pequeño Cottolengo Don Orione de Avellaneda se vistió de fiesta en el marco de su Año Jubilar, celebrando el 90º aniversario de una presencia que se ha convertido en un milagro de ternura en la Diócesis de Avellaneda-Lanús. El punto central de esta celebración fue la Peregrinación de Esperanza que reunió a cientos de fieles caminando a recibir la indulgencia de su Puerta Santa.
La jornada comenzó en la Iglesia Catedral Nuestra Señora de la Asunción, punto de partida que, según compartieron los participantes, se llenó de alegría y fervor. La emoción fue palpable desde el inicio, con la especial presencia de “las chicas del Cottolengo” que, al ser acogidas por la comunidad, contagiaron la felicidad del encuentro.
Tras las Huellas del Santo
El camino que unió la Catedral con la casa de Don Orione estuvo marcado por el recuerdo del Santo Fundador. Los peregrinos recorrieron el barrio inspirados por la presencia de San Luis Orione, quien “anduvo por nuestras calles y dejó un estilo de vida“.
Durante el recorrido, se rememoraron los pilares de su ardiente celo por los más desfavorecidos: sus cuatro amores —al Papa, a la Virgen, a Jesús y a las almas—. Estos amores fueron el eje de la reflexión en las distintas paradas, preparando el corazón de los fieles para “cruzar el umbral de la compasión, por donde pasan a diario tantos hermanos rechazados“.
El Regalo de la Indulgencia
El destino final era el corazón mismo de la Obra: el Pequeño Cottolengo. Allí, los fieles se dispusieron a atravesar la Puerta Santa para recibir el regalo de la Indulgencia Plenaria. El testimonio de los peregrinos fue unánime: no había un lugar más propicio para recibir este don, ya que el Cottolengo es “donde se experimenta tanta ternura y consuelo de parte de Dios“.
La peregrinación culminó con la celebración de la Eucaristía, vivida en profunda comunión con la “familia que camina junto a nosotros“. Al finalizar la Misa, los participantes compartían como esta celebración les dejó “un júbilo enorme que solo pudimos expresar con abrazos y deseos de paz“.
Los peregrinos regresaron a sus hogares “llenos de emoción“, llevándose consigo la certeza de haber compartido un “lugar de santidad y solidaridad” que sigue transmitiendo la presencia viva de Dios en la historia, encendiendo nuevas esperanzas en el peregrinar de la fe de toda la comunidad diocesana.
INFO: Diocesis Avellaneda-Lanus