“En la tierra nos inspiraste, ahora en el cielo nos acompañás y nos protegés…” 

(24/04/2025) Roma – Durante la mañana italiana, una delegación de la Familia Carismática Orionita se hizo presente en San Pedro para rendir homenaje al Papa Francisco.

Roma, 24 de Abril de 2025

Queridos hermanos y hermanas y Laicos de la Familia Carismática Orionina

Hemos recibido con gran dolor la noticia del fallecimiento de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco.

Hace apenas unas semanas, todos estábamos conteniendo la respiración, pegados a las pantallas para seguir las actualizaciones sobre su salud. Parecía que el peso de la enfermedad podía dominarlo, y luego, casi sorprendentemente, se produjo una mejoría inesperada: lo vimos levantarse de nuevo, retomar el contacto con su gente, regresar a la Plaza de San Pedro, a Santa María Maggiore y finalmente aparecer para la Bendición Pascual. Esa bendición fue como un regalo final, lleno de luz y esperanza.

Unas horas más tarde, su cuerpo se rindió. Pero su espíritu vive y descansa en la paz de Dios. Podemos decirlo con certeza: vivió su ministerio de Vicario de Cristo hasta el último momento, sin escatimar esfuerzos, con la dedicación de un servidor bueno y fiel.

Estamos tristes, pero nuestros corazones están llenos de gratitud. Durante doce años el Señor nos ha dado al Papa Francisco. A través de él hemos comprendido de modo nuevo y profundo muchas palabras de nuestro Fundador. Hay muchos puntos de contacto entre sus corazones y el Papa Francisco nos lo ha recordado varias veces en sus mensajes. Fue, verdaderamente, un Papa “orionita”: un corazón sin fronteras, inflamado de amor a Dios y a la humanidad.

Inició el proceso de una valiente reforma de la Iglesia, tras el Concilio Vaticano II. No pudo completarlo, pero ha trazado un sendero claro. A su sucesor le tocará continuar esta obra y a nosotros caminar junto a él, con espíritu de hijos, como nos enseñó Don Orione.

Puso el Evangelio de nuevo en el centro de la vida cristiana, sobre todo a través de su Magisterio ordinario. La Palabra de Dios, gota a gota, es capaz de penetrar en el corazón del hombre y ayudarle a comprometerse con el Evangelio. El Papa Francisco fue profético precisamente porque nos recordó que la Iglesia o bien volverá a partir del Evangelio, o bien se creará una ruptura cada vez más evidente entre la Iglesia y el pueblo. Don Orione, hablando de la finalidad de nuestra familia religiosa, se expresó así: ” Su anhelo es la difusión del Evangelio y del amor al “dulce Cristo en la tierra” entre el Pueblo, como así también la difusión de un espíritu más vivo y más grande de caridad fraterna entre los hombres, dirigido a elevar religiosa y socialmente a las clases trabajadoras, para salvar de ideologías fatales a los desposeídos, a edificar y unificar a los pueblos en Cristo”.

Durante su pontificado, Francisco ha provocado reacciones fuertes, como todo verdadero profeta. Quienes anuncian el Evangelio con valentía y sin concesiones, a menudo encuentran incomprensiones y oposición, especialmente por parte de los poderosos. No temía perder popularidad ni reputación: hablaba y actuaba con libertad, consciente de que el mensaje que anunciaba no era suyo, sino de Dios.

Fue el Papa de la gente sencilla, de los últimos, de los marginados, de las periferias del mundo y del alma. Les dedicó palabras y gestos concretos. ¡Cuántas obras de caridad promovió, cuántos cristianos –y sobre todo hombres de Iglesia– llamó a hacer lo mismo! Envió sus mensajes más fuertes desde los lugares más pequeños y olvidados, allí donde el mundo muchas veces no mira. Eligió la periferia como corazón del centro. Don Orione decía del Papa: “Nuestra tarea es darlo a conocer, hacerlo amar, especialmente por el pueblo y por los hijos del pueblo”.

Para él, nadie fue rechazado por Dios. Cristo murió por todos, su Evangelio de amor y de esperanza debía ser llevado a todos. “En el más miserable de los hombres brilla la imagen de Dios.”

Fue el Papa del diálogo sin reservas, del encuentro sin barreras. No dejó espacio para el fundamentalismo ni para la intransigencia estéril, sino que, como el padre del Hijo Pródigo, abrió los brazos a todos. Abrió el diálogo con todas las religiones, todos los grupos sociales y todas las categorías de personas.

En un mundo atravesado por guerras, anunció la paz. En un mundo marcado por el egoísmo, predicó la apertura y la aceptación. En una sociedad obsesionada con el poder, demostró humildad y servicio. “Nuestra vida y toda nuestra Congregación deben ser un canto y, al mismo tiempo, un holocausto de fraternidad universal en Cristo. Ver y sentir a Cristo en el hombre.”

Nos recordó la tarea que el Creador nos había confiado desde el principio: cuidar la creación. Esta es la casa donde todos vivimos y donde cada uno puede encontrar lo que necesita. No es una obra en construcción para ser explotada para satisfacer el hambre de riqueza y comodidad de unos pocos.

Finalmente, el Papa Francisco fue el Papa de la sinodalidad. Éste fue su último regalo a la Iglesia. En Cristo, todos somos una sola familia y estamos llamados a caminar juntos, responsablemente, cuidándonos unos a otros.

Gracias, Papa Francisco.

Nos has guiado como profeta, nos has animado a caminar con valentía en esta sociedad perdida. Ahora intercede por nosotros, para que podamos continuar el camino que nos has mostrado, con paso seguro, sin miedo.

Llevamos dentro de nosotros dos palabras como legado tuyo: la “alegría” de ser cristiano, tema con el que iniciaste tu pontificado, y “esperanza”, tema con el que nos invitaste a caminar en este Año Jubilar.

Aquí en la tierra nos inspiraste, ahora en el cielo nos acompañas y nos proteges, en compañía de la Santa Madre y San Luis Orione.

P. Tarcisio G. Vieira – Hijos de la Divina Providencia

Hna. M. Alicja Kedziora – Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad

Rosita Dore – Instituto Secular Orionita

Dina Guardini – Instituto Secular María de Nazareth

Armanda Sano – Movimiento Laico Orionita

Más novedades